11 abril, 2012

El color de una semana

Por: Roselvis Vargas

Recién termina la semana en la  que Iglesia Católica celebra el más gran evento de su calendario litúrgico. Conmemoran desde la entrada de Jesús en Jerusalén, cuando los creyentes cubrían con ramos el suelo a cada paso del Maestro y hasta la muerte en cruz y posterior resurrección del Salvador. Este tiempo que debe ser y es para muchos, un espacio de recogimiento espiritual, le sirve a otros para encontrar la muerte de manera estrepitosa e inesperada.

Por tener Republica Dominicana el catolicismo como religión oficial, es de ley y costumbre tener esta semana recién pasada casi feriada y sin labores, para que puedan así los creyentes rendir devoción al que murió en la cruz.  En el malecón de Santo Domingo la alcaldía instaló un área de esparcimiento con 12 piscinas montadas sobre arena de playa en el segmento de la avenida George Washington que esta frente a la Plaza Güibia, donde un conjunto de parroquias estuvieron a cargo de la celebración de la Palabra entre otras actividades de índole cristiana.

Las playas y otros balnearios del país lucían un desfile visitantes  cual jardín lleno de flores en primavera. Y lo propio de tan extenso feriado no dejó de ocurrir: El Centro de Operaciones de Emergencia COE, en su ultimo boletín de Semana Santa reporto un total de 40 muertos, y 687 personas  afectadas por accidentes de tránsito; esto en momentos en que seguro muchas de las madres de 
los fallecidos o heridos  preparaban las habituales habichuelas con dulce, que el dominicano disfruta durante casi toda la Cuaresma.

Este trágico saldo que nos deja la Semana Mayor, vino por encima de las cabezas de muchos voluntarios que forman, como cada año, parte de los equipos preventivos. Grupos especiales formados por miembros de la Cruz Roja, Defensa Civil, Policía Nacional, Autoridad Metropolitana de Transporte AMET, entre otras instituciones formaban guardia en todas las carreteras y espacios de recreación cualesquiera donde los ciudadanos estuvieron vacacionando; alcoholímetros para medir el alcohol ingerido por los choferes, radares para medir la velocidad de los vehículos, patrullas que andaban durante todo el trayecto de ida y vuelta a pueblos del interior.

En muchas localidades los ayuntamientos organizaron actividades para sus munícipes, tal fue el caso de Haina, donde se celebró en la Playa de Gringo el Festival de Primavera, donde unos participaron por un premio en metálico tratando de subir en un palo encabao’, mientras que otros disfrutaban en plena playa de la presentación de grupos musicales y  participaban de competencias deportivas organizadas por el Ministerio de Deportes.

La realidad no es la misma para todos, pues cuando algunos descansan de sus labores habituales otros aprovechan para armas sus negocios y salir a vender toda clase de cosas; apreciamos una variopinta gama de vendedores que ofertaban en plena playa desde almejas en sus costra hasta cremas para la piel, pasando, por la tradicional Mama Juana, afeitadoras, gorros plásticos para el pelo, cartones para cubrir los cristales frontales de los vehículos.


Otros ofertaban sus servicios como parqueadores llegando a cobrar hasta 100 pesos, por un espacio publico, para aparcar los vehículos, y como decimos nosotros “la necesidad tiene cara de hereje” pues hasta por adelantado tenían los dueños de vehículos que pagar por este supuesto servicio.

La Semana Mayor tiene toda un folclore propio en nuestro país, pues muchas de nuestras féminas desde las mas niñas hasta las ya no tan jovencitas se tejieron el pelo, colocando en sus puntas las tradicionales bolitas de colleres, otras haciendo uso de cabellos postizos alargaban sus trenzas y hasta daban otra tonalidad a sus cabelleras; vimos pues a muchas nacionales haitianas, cobrando hasta 500 pesos por transar el pelo y elaborar las mas estrambóticas clinejas.

En muchos de nuestros barrios se organizaron playan canes, esto es, alguna que otra piscina en medio de la calle, y mangueras de agua a disposición de los niños y adultos, mientras en la galería de alguna de las casas vecinas un radio toca la música del momento.

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